jueves, 23 de junio de 2011

Les dejo un excelente poema de un escrito desconocido por mi hasta hace unos días Robert Pinsky disfruten de Imposible contarlo.

Lento salterio, otoñal gavota zalamera:
Basho y sus amigos salen a mirar la luna;
en verano la gasolina irisa los charcos,

La cortesía secreta que como icor cursa
a través de la forma antigua de un chiste grosero y colorido:
es imposible ponerla por escrito.

"Basho" se llamó a sí mismo “árbol de plátano": banano,
por la planta con que unos estudiantes le recompensaron,
tal vez, por serles guía

al hilar con ellos una noche por las reglas y canales
de un poema colectivo eslabonado,
grabado en el corazón del profesor: vivo, rígido y fluido

como pasajes grabados en un circuito microscópico.
Elliot tenía en su memoria tantos chistes
que parecían criársele como microbios en un cultivopasajes esiot de plátano": arcoiris en la coladera

dentro del cerebro: uno producía al otro
de tal manera que era imposible distinguirlos:
En la corte-cultivo de chistes era él un plátano superior.

Imaginen una corte de un solo miembro: la reina, una madre joven,
infeliz, sola todo el día con su niño recién nacido
y su nuevo bebé en un apartamento escuálido

de demasiado pocos cuartos, de una raza distinta a la de sus vecinos.
Ella dice al niño que va a suicidarse.
Ella empolla, ella rabia. Esperando distraerla,

El niño corta alcaparras, canta, hace imitaciones
de gente que vive en el complejo, él hace chistes,
cree que si la mantiene con vida hasta que el padre

llegue a casa del trabajo, todos estarán bien hasta que amanezca.
Es la risa contra el dormitorio y las píldoras.
¿Qué es él con sus esfuerzos sino un cortesano?

Imposible describir por completo su delirio.
En los primeros meses en que había mudado de nuevo al este
desde California y tuve que dejar un mensaje

en la máquina de Bob, me hice el hábito
de contarle a la grabadora un chiste; y a la mitad
pretendía que había olvidado el final,

o haría creer que había sido interrumpido—
para que Bob tuviera muchas ganas de escuchar el final
y tendría que llamarme a mí. La broma era de Elliot,

más a menudo que no. Los doctores hicieron la equivocación
que le mató a una cierta hora más adelante ese mismo año.
Un día cuando llegué a casa encontré un mensaje

De Bob en mi máquina. Era un chiste
sobre dos rabinos, uno de ellos alto, el otro bajo,
un día mientras caminaban juntos por la calle

ven el cadáver de un chino ante ellos,
y Bob dijo, disculpa, olvidé el resto.
Por supuesto él concibió su chiste como falso,

Es imposible saberlo — un reto sin salida.
Pero aquí está, como Elliot me lo contó:
La viuda del muerto vino llorando a los rabinos,

Les rogaba que lo resucitaran si podían.
Impactado, el rabino alto se negó absolutamente.
Pero el rabino bajito le dijo que trajera el cadáver

a su casa-estudio, y ordenado que las persianas
se cerraran para que el cuarto estuviera oscuro como noche. Entonces rezó
sobre el cuerpo, cantando una secreta bendición

de la Kabala. "Levántate y respira," él gritó;
pero nada sucedió. El cuerpo inerte. Así que entonces
el breve rabino pidió centenares de velas

y bailó alrededor del cuerpo, cantando y orando
en hebreo, luego en yiddish, luego en arameo. Rezó
en turco y en egipcio y en gallego antiguo

por casi tres horas, saltando por encima del ataúd
a la luz de las velas, de modo que sus diminutos y negros zapatos
parecían no tocar el piso. Con un último rezo

sollozado en un castellano anterior a la Inquisición
se rindió, agotado, y miró la cara del hombre muerto.
Jadeante, levantó ambos brazos en un gesto místico

Y dijo, “Levántate y respira!” Y aún el cuerpo
Siguió como antes. Es imposible poner
en palabras cómo las cejas de Elliot se sacudían y baritaban

como mamuts peludos cuando —la viuda china
dio permiso —el pequeño rabino cantó
la bendición para realizar una circuncisión

Y quitó el prepucio al hombre muerto, cantó loas
en finés y swahili, y bañó el cadáver
de pies a cabeza, y con un rezo final

En babilónico, jadeando y exhausto,
Sostuvo la cabeza del muerto y le besó los labios
y la dejó caer de nuevo y saltando hacia atrás le ordenó,

"¡Levántate y respira!" Y el cuerpo siguió como antes.
En esto, como cuando los discípulos de Bashõ van
a lo largo de la curva dorsal que liga el renga

a lo largo de sus diversas voces, cada una agregando
una transformación según las reglas
del stasis y de la repetición, todos en orden

pero aun así impredecibles,
Elliot se prepara para el final del chiste: el rabino
enano, aún jadeando como un boxeador estropeado,

Mira al muerto y luego a todos los presentes,
Una especie de gesto a la Mel Brooks: "¡Hoo boy!" él dice,
"Esto es a lo que yo llamo estar bien pero bien muerto." Oh mortales

poderes y príncipes de la tierra, y ustedes inmortales
señores del inframundo y de la vida futura,
Jehováh, Raa, Bol-Morah, Hécate, Plutón,

¿Qué tiene qué ver un alma brillante con
sus arpas y fuegos y barcos, sus cacharros
y canales de sangre humeante? Aldeanos mezquinos,

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